En la Égida estaba encargada del mantenimiento de ciertas áreas del edificio como el lobby, las escaleras, los pasillos y debes en cuando me mandaban a barrer y mapear el apartamento a envejecientes que estaban enfermos. Mi supervisora nmediata era la trabajadora social Carmen Acevedo, su supervisión estuvo bien pero me hubiese gustado compartir más con los envejecientes en ese aspecto ella era un poquito estricta. No obstante pude compartir con algunos de ellos y realmente esta es la labor comunitaria que más ha impactado mi vida. ¿Por qué? La mayoría de mis envejecientes tienen una historia importante. Entre todas las historias que escuché salen a relucir varias pero aquí comparto dos. Todos los días por la tarde siempre en el lobby hay un viejito y el siempre está esperando ¿Qué espera? Que su hijo lo venga a visitar pero el hijo nunca viene y el se pregunta por qué no viene y yo ni sé. Como si fuera poco conocí el rostro de la soledad y cuando mire a sus ojos vi allí reflejado el dolor y la tristeza. Lo acompañaban la locura y la nostalgia. He aquí la historia uno de nuestros tantos ancianos abandonados voy a darle por nombre ficticio María pero nada más amargo y real que su historia. María se pasa todo el día caminando por los pasillos de la égida y se la pasa hablando sola, si perdió la razón. Ella esta en un total abandono nadie la visita pero tiene un hijo. Algunos años atrás no se cuantos, María era una mujer rica y su grandioso hijo a sus espaldas le vendió todas las propiedades y sacó todo el dinero de María del banco y la dejó en la calle, nadie sabe donde esta su hijo y por esta razón ella perdió la cordura. Al escuchar su historia no pude más y entonces mi corazón lloró. Solo me queda preguntarme ¿Qué les pasa a los hijos con sus padres cuando estos llegan a ancianos, por qué perder la paciencia si se les cayó un plato o se les olvido algo y lo peor de todo por qué abandonar a aquel te cargo cuando no podías caminar y que te brindo su mano para ayudarte a dar tus primeros pasos.
martes, 2 de febrero de 2016
Mi corazón lloró...
En la Égida estaba encargada del mantenimiento de ciertas áreas del edificio como el lobby, las escaleras, los pasillos y debes en cuando me mandaban a barrer y mapear el apartamento a envejecientes que estaban enfermos. Mi supervisora nmediata era la trabajadora social Carmen Acevedo, su supervisión estuvo bien pero me hubiese gustado compartir más con los envejecientes en ese aspecto ella era un poquito estricta. No obstante pude compartir con algunos de ellos y realmente esta es la labor comunitaria que más ha impactado mi vida. ¿Por qué? La mayoría de mis envejecientes tienen una historia importante. Entre todas las historias que escuché salen a relucir varias pero aquí comparto dos. Todos los días por la tarde siempre en el lobby hay un viejito y el siempre está esperando ¿Qué espera? Que su hijo lo venga a visitar pero el hijo nunca viene y el se pregunta por qué no viene y yo ni sé. Como si fuera poco conocí el rostro de la soledad y cuando mire a sus ojos vi allí reflejado el dolor y la tristeza. Lo acompañaban la locura y la nostalgia. He aquí la historia uno de nuestros tantos ancianos abandonados voy a darle por nombre ficticio María pero nada más amargo y real que su historia. María se pasa todo el día caminando por los pasillos de la égida y se la pasa hablando sola, si perdió la razón. Ella esta en un total abandono nadie la visita pero tiene un hijo. Algunos años atrás no se cuantos, María era una mujer rica y su grandioso hijo a sus espaldas le vendió todas las propiedades y sacó todo el dinero de María del banco y la dejó en la calle, nadie sabe donde esta su hijo y por esta razón ella perdió la cordura. Al escuchar su historia no pude más y entonces mi corazón lloró. Solo me queda preguntarme ¿Qué les pasa a los hijos con sus padres cuando estos llegan a ancianos, por qué perder la paciencia si se les cayó un plato o se les olvido algo y lo peor de todo por qué abandonar a aquel te cargo cuando no podías caminar y que te brindo su mano para ayudarte a dar tus primeros pasos.
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