domingo, 31 de enero de 2016

Dejad que los niños vengan a mí porque de ellos es el Reino de los cielos



     En For Eyes  trabajé en dos áreas. La primera fue en el archivo de récords de pacientes los cuales ayude a poner por orden alfabético y año. Esto lo hice para ayudar a las asistentes de optometría. Realmente mi labor principal era ayudar a realizar dos pruebas visuales: la prueba Ishihara la cual es una prueba para detectar deficiencia de color  y la prueba Randot. Aquí trabaje bajo la supervisión de la Dr. Yolanda Cruz, la cual me enseñó a realizar las pruebas. Estas dos pruebas se realizan principalmente en niños. Aunque no es común pude ver un caso de un niño que no ve color. La prueba Randot es para detectar perdida de percepción de profundidad. Esta prueba son sumamente  importantes porque por ejemplo si no percibes color no te dan una licencia para conducir por aquello de que no vas a ver la diferencia  en cuando un semáforo de luz está rojo o verde y esto es peligroso. Por otro lado si no tienes percepción de profundidad no puedes ver la diferencia en si algo esta alto o bajo, si hay un hoyo y muchos trabajos si no tienes percepción de profundidad no los puedes realizar. Mientras estuve en For Eyes se separaron dos días diferentes para realizarle el examen de la vista a los niños de el Hogar San Andrés en Bayamón,el cual es un orfanato para varones menores de 18 años. Aquí aprendí lo afortunada que soy al tener una familia que se ocupe de mí y que me haga sentir amada. La mayoría de ellos en su exterior parecían muy alegres pero hubo una historia que me rompió el corazón. Voy a darle por nombre John (ficticio para proteger su identidad). John fue separado del hogar San Andrés por alcanzar la edad límite  que en ese momento era 14 años para estar ahí y fue enviado a otro lugar y el se escapó del otro lugar y se fue a pie desde Carolina a Bayamón hasta llegar al Hogar porque quería estar en el Hogar al que el consideraba su casa y estar con los niños a los que consideraba sus hermanos. Afortunadamente hicieron los arreglos para que él pudiera quedarse, subieron la edad a 18 años.

      Por otro lado pude estar en contacto con niños que eran de familias comunes y pude ver en su mirada una tranquilidad que no vi en los niños menos afortunados porque aunque ambos se asemejaban en edad en los ojos de los niños del hogar se reflejaba un brillo de tristeza como el de alguien que le han arrebatado algo o que le ha tocado vivir una experiencia muy dura.

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