Seleccioné para realizar mi labor comunitaria a la Fondita de Jesús porque cuando tenía
cuatro o cinco años, no recuerdo bien la edad, ví como una deambulante amenazaba
con una jeringuilla a mi mamá sin ningún motivo. Presenciar ese acto me hizo
temerle a los deambulantes, cuando pasaba por el lado de alguno de ellos sentía
un pánico escalofriante, era un miedo tan terrible que no podía pasar por el
lado de alguno de ellos y si pasaba tenía que ser acompañada, muchas veces me
ví aferrada a la mano de mi madre o escondiéndome detrás de ella para no tener
que ver un deambulante o mirarlo. En mi mente pensaba que me iba a atacar si
pasaba por su lado, no podía quitarme esta idea de mi mente por más que mi madre me explicaba que no todos los
deambulantes eran como ‘’Carmen’’ y que la mayoría de ellos eran buenas
personas que habrían errado su rumbo o que algo les había pasado que los había
llevado a ese rumbo. En sexto grado Diane Bustillo nos exigió una labor
comunitaria y en ese momento mi madre no me dejó escoger el lugar para hacer mi
labor comunitaria sino me dijo vas a ir a la Fondita de Jesús. En esa ocasión hace
cuatro años aprendí que no todos los deambulantes eran agresivos e incluso me
hice amiga de una deambulante. Ahora en grado diez, para mi labor comunitaria decidí
volver a la Fondita de Jesús porque quisé repetir esa experiencia tan maravillosa
e incluso compartir mi alegría con ellos. Me llamó la atención de la Fondita de
Jesús que es un centro que ayuda a los deambulantes a rehabilitarse y le ofrece
muchos servicios. También me llamó la atención la cantidad de personas que va
al centro que no tienen un hogar o que no tiene que comer.
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