La experiencia
de servir a otros seres humanos me ha ayudado a comenzar a desarrollar el
modelo de la perfección del cual Jesús predicó ser la servidora de mis hermanos
en Cristo. Esta experiencia me ha ayudado a valorar a mi familia. Como persona
me siento más humilde y como cristiana más cerca de mis prójimos. La vida de
las personas servidas, las personas sin hogar, me ha impactado grandemente porque
pude comprender en Puerto Rico hay muchas personas sin hogar y lamentablemente
muchos de estas personas llegaron a esta situación por el uso de alcohol y
drogas y esta situación por el uso de alcohol y drogas quizás uno empieza por probarlas
como un juego o presión de grupo pero pude ver en que puede terminar si dejo
que otros tomen rienda de mi vida. La responsabilidad de mis servicios a las
personas sin hogar es inmensa. El servicio voluntario en la Fondita de Jesús es
impresindible porque son los voluntarios el corazón del centro sin los
voluntarios que son diariamente entre 150-200 la Fondita de Jesús tendría que
cerrar. En mi servicio voluntario yo fui parte de ese grupo de voluntarios los
cuales tienen la responsabilidad de ayudar a encontrar el cincel de su diamante
a las personas sin hogar, esto es ayudar a rehabilitarse e integrarse
nuevamente a la sociedad llevando una vida productiva.
La supervisora
del programa de voluntarios es la señora Solmarie Pérez, la cual ví solamente
dos veces. La primera para que me explicara cual iba a ser mi tarea en la
Fondita de Jesús y las reglas del centro y la segunda para que me firmara las
horas. Esto se debe a la inmensa cantidad de voluntarios que tiene el centro. En
la Boutique mi supervisora fue Madeleine
una señora que me trató muy bien y amablemente me explicó mis tareas. En la
cocina no había como tal un supervisor pero si personas que llevaban mucho
tiempo y me explicaron que hacer en la cocina, aunque unos me decían hazlo de
esta forma y otros no hazlo de otra. Por lo tanto en el caso de supervisión en la
Boutique considero que fue eficaz pero en la cocina no porque no había como tal
una persona a cargo aunque hay que entender que el trabajo en la cocina es
inmenso. Las virtudes humanas y cristianas que he desarrollado a través de mi
servicio fueron: amor hacia mi prójimo sin hogar, compresión, paciencia,
tolerancia pero sobre todas humildad. Este servicio comunitario ha influido en
mi crecimiento como ser humano porque me hedado cuenta que muchas personas miran
a las personas sin hogar con asco y desprecio como si fueran animales sin
dueños y ellos son nuestro prójimo. Yo en esta labor comunitaria crecí como ser
humano al volverme más humanitaria y comprensiva hacia mis semejantes.
Las experiencias
significativas que tuve en mi labor comunitaria fueron tanto positivas como
negativas. En la Boutique donde me encargaba de la ropa acudían deambulantes
humildes y agradecidos y esto me causaba felicidad porque se conformaban con la
ropa que se les brindaba pero lamentablemente también acudían deambulantes
altaneros y mal agradecidos porque exigían ropa de marca y manifestaban que no
le gustaba lo que se les ofrecía y a veces me trataban como sirvienta sin
entender que se les está ayudando y los que laboramos allí todos, somos
voluntarios. Igualmente en la cocina a los deambulantes que se les servía la
comida, muchos eran bien humildes y agradecían el pan nuestro de cada día que
la Fondita de Jesús les provee con mucho esfuerzo ,habían otros que expresaban o
exigían. Entre las expresiones que escuché fueron: ‘’No me gusta la sopa porque
es grasosa’’. El encontrar personas sin hogar agradecidas e humildes me daba
alegría y me hacía sentir útil pero el encontrar deambulantes
altaneros y mal agradecidos me enseño a ser paciente y tolerante.
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