domingo, 2 de marzo de 2014

Mi experiencia e impacto de mi labor comunitaria




La experiencia de servir a otros seres humanos me ha ayudado a comenzar a desarrollar el modelo de la perfección del cual Jesús predicó ser la servidora de mis hermanos en Cristo. Esta experiencia me ha ayudado a valorar a mi familia. Como persona me siento más humilde y como cristiana más cerca de mis prójimos. La vida de las personas servidas, las personas sin hogar, me ha impactado grandemente porque pude comprender en Puerto Rico hay muchas personas sin hogar y lamentablemente muchos de estas personas llegaron a esta situación por el uso de alcohol y drogas y esta situación por el uso de alcohol y drogas quizás uno empieza por probarlas como un juego o presión de grupo pero pude ver en que puede terminar si dejo que otros tomen rienda de mi vida. La responsabilidad de mis servicios a las personas sin hogar es inmensa. El servicio voluntario en la Fondita de Jesús es impresindible porque son los voluntarios el corazón del centro sin los voluntarios que son diariamente entre 150-200 la Fondita de Jesús tendría que cerrar. En mi servicio voluntario yo fui parte de ese grupo de voluntarios los cuales tienen la responsabilidad de ayudar a encontrar el cincel de su diamante a las personas sin hogar, esto es ayudar a rehabilitarse e integrarse nuevamente a la sociedad llevando una vida productiva.

La supervisora del programa de voluntarios es la señora Solmarie Pérez, la cual ví solamente dos veces. La primera para que me explicara cual iba a ser mi tarea en la Fondita de Jesús y las reglas del centro y la segunda para que me firmara las horas. Esto se debe a la inmensa cantidad de voluntarios que tiene el centro. En la Boutique  mi supervisora fue Madeleine una señora que me trató muy bien y amablemente me explicó mis tareas. En la cocina no había como tal un supervisor pero si personas que llevaban mucho tiempo y me explicaron que hacer en la cocina, aunque unos me decían hazlo de esta forma y otros  no hazlo de otra. Por lo tanto en el caso de supervisión en la Boutique considero que fue eficaz pero en la cocina no porque no había como tal una persona a cargo aunque hay que entender que el trabajo en la cocina es inmenso. Las virtudes humanas y cristianas que he desarrollado a través de mi servicio fueron: amor hacia mi prójimo sin hogar, compresión, paciencia, tolerancia pero sobre todas humildad. Este servicio comunitario ha influido en mi crecimiento como ser humano porque me  hedado cuenta que muchas personas miran a las personas sin hogar con asco y desprecio como si fueran animales sin dueños y ellos son nuestro prójimo. Yo en esta labor comunitaria crecí como ser humano al volverme más humanitaria y comprensiva hacia mis semejantes.

Las experiencias significativas que tuve en mi labor comunitaria fueron tanto positivas como negativas. En la Boutique donde me encargaba de la ropa acudían deambulantes humildes y agradecidos y esto me causaba felicidad porque se conformaban con la ropa que se les brindaba pero lamentablemente también acudían deambulantes altaneros y mal agradecidos porque exigían ropa de marca y manifestaban que no le gustaba lo que se les ofrecía y a veces me trataban como sirvienta sin entender que se les está ayudando y los que laboramos allí todos, somos voluntarios. Igualmente en la cocina a los deambulantes que se les servía la comida, muchos eran bien humildes y agradecían el pan nuestro de cada día que la Fondita de Jesús les provee con mucho esfuerzo ,habían otros que expresaban o exigían. Entre las expresiones que escuché fueron: ‘’No me gusta la sopa porque es grasosa’’. El encontrar personas sin hogar agradecidas e humildes me daba alegría y me hacía sentir útil  pero el encontrar deambulantes altaneros y mal agradecidos me enseño a ser paciente y tolerante.

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