sábado, 1 de marzo de 2014

"Sed pues perfecto como vuestro Padre celestial perfecto'' (Mateo, 5:48)




El diamante es la piedra preciosa más dura y valiosa que podemos encontrar o tener. Cuando se encuentra un diamante bruto hay que utilizar un cincelador con mucho cuidado porque un mal corte podría dañar ese diamante y restarle valor. La vida es como un diamante bruto y uno mismo es el principal cincelador de ese diamante, de nuestra vida. Dios nos regaló la vida para que la convirtamos en un perfecto diamante de incalculable valor. Cada paso y cada decisión que tomamos en nuestra vida nos llevan a dos caminos: a errar el corte y destruir nuestra vida o a perfeccionar ese diamante, haciendo una vida productiva por el camino de Dios. A veces por razones diferentes como abuso de droga o alcohol, situación económica, problemas emocionales entre otros una persona puede perder las riendas de su propia vida y convertirse en una persona sin hogar.

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